Cuando Alfredo muere sin revelarle a su esposa el escondite de la fabulosa fortuna que ganó la lotería, Vicenta mira a todas partes para suponer que la única manera de saberlo es preguntando dónde está su marido muerto. Devolver a los muertos a la vida nunca ha sido fácil, y mucho menos para un ama de casa viuda, pero con la ayuda de su sobrino Vicente, haciendo como Igor, todo es posible. Sin embargo ella no es la única que intenta hacerse con la valiosa fortuna.